Ofrecimiento de doula

Mi camino como doula es tanto conectar en esencia con la mujer que siente o intuye que quiere ser acompañada en su proceso de maternidad como también poner en valor la presencia del nuevo ser en camino. Ambos recorridos han de favorecer una comunicación consciente entre mamá y bebx que va construyendo una vuelta a la confianza y a un desarrollo orgánico del proceso de gestar, parir, nacer y crecer.

Lo central para mi es que cada mujer conecte con su experiencia vital, con lo que siente de ella y se abra a aquello que le haga bien y le siga conectando.

El rol de la doula existe hace añares antes de que la conozcamos como tal y vuelve a emerger desde una necesidad de volver a poner foco en la esfera psicoemocional dentro de un proceso tan trascendental como lo es la maternidad. Dice el fundador de DONA, Dr. John H. Kennell que: “If a doula were a drug, it would be unethical not to use it”, “Si la doula fuese una droga, no sería ético no usarla”.

Nuestros cuerpos pueden, nuestros cuerpos saben. Si nos quitamos ruidos incesantes y nos dejamos guiar por la sabiduría innata que nos compone, podemos acceder a nuestra propia verdad celular.

Antes las mujeres parían en la selva, en el bosque, en sus casas, siguiendo sus tradiciones y un conocimiento ancestral que ni siquiera se cuestionaba. En los últimos tiempos se nos ha domesticado el proceso sexomaternal. Se nos ha enseñado a usar aparatos externos para saber si bebx está bien o no, a controlar nuestros cuerpos como si fueran máquinas de relojería que pueden estallar en cualquier momento. Se nos ha enseñado a normalizar la litotomía y la episiotomía. Se nos ha entrometido el concepto del dolor en el parto y se nos vende la epidural como “la píldora mágica”. Se nos anestesia un proceso que vivido desde una escucha y organicidad, puede dar nuevos sentidos a nuestra vida entera.

Michael Odent habla del sobreexceso de control prenatal llamándolo “antenatal scare” en vez de “antenatal care” (miedo prenatal en vez de cuidado prenatal) haciendo especial hincapié en cómo se nos ha imbuido miedo desde el cual la toma de decisiones no puede darse de manera libre y autónoma.

En el humilde camino recorrido, he conocido matronas/obstétricas de una labor increíble, que confían en la sabiduría organísmica, que respetan los tiempos de los procesos, que esperan sin desesperar, que confían aún cuando la mujer ya no confía en sí misma, que sostienen, que acompañan sin intervenir. Probar con distintas profesionales hasta dar con quien haya alquimia, entendimiento y confianza amplifica las posibilidades y envuelve el camino de riqueza y autoconocimiento.

Para mi ser doula es también estar constantemente curiosa, reciclada, fresca, liviana. Eso me permite ofrecer cuidados desde un punto de vista fisiológico y ecosistémico. Y mirar esta etapa desde este prisma, me permite acompañar a la mujer no solamente en este período, sino arar junto con ella un campo en el que ella misma siembre las semillas de salud sexual y reproductiva de por vida.

¿Cómo acompaño?

Acompaño a distancia via virtual y en presencial, ya sea en hospital público o privado o a domicilio.

Cada acompañamiento es único e irrepetible y se va dando en base a las necesidades y posibilidades de cada familia-mundo. El acompañar suele traspasar fronteras. Se da desde la confianza y el amor, la flexibilidad y la claridad. Es una constante y viva articulación.

¿Desde qué fase maternal acompaño?

Depende de las necesidades de la madre y de la familia-mundo. Hay familias que acuden a un acompañamiento que les abrace en el poder concebir y familias que conozco unos meses antes del parto. El momento de llamado siempre es el correcto para cada quien. Con la experiencia de estos años, puedo decir que se vuelve potente construir un proceso donde haya espacio y tiempos orgánicos para que con tranquilidad se puedan trabajar miedos e inseguridades y que así la toma de decisiones se centre desde un lugar de consciencia y libre elección.

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